El momento en que nuestros bebés comienzan a gatear es un avance emocionante para cualquier papá. La primera vez que mi pequeño intentó moverse por su cuenta, fue más bien un “arrastre”, que poco a poco se convirtió en gateo. Me di cuenta de que este no es solo un momento tierno, sino también una etapa crucial en su desarrollo. Estimular el gateo no solo ayuda al bebé a moverse de manera independiente, sino que también contribuye significativamente a su desarrollo motor, cognitivo y emocional. Quiero compartirte lo que aprendí y cómo puedes apoyar a tu bebé en este proceso.
¿Qué es el gateo y por qué es tan importante?
El gateo es el primer método de movilidad independiente del bebé, generalmente entre los seis y diez meses. Durante esta fase, el bebé comienza a coordinar el movimiento de sus manos y piernas, lo que no solo le ayuda a desplazarse, sino también a desarrollar importantes conexiones neuronales que beneficiarán su coordinación y equilibrio a lo largo de su vida.
Lo más sorprendente del gateo no es solo el hecho de que el bebé pueda moverse, sino cómo este movimiento afecta a su cerebro. Los especialistas explican que al gatear, el bebé empieza a formar conexiones entre los hemisferios cerebrales, lo cual es vital para la coordinación y el desarrollo de habilidades cognitivas más complejas. Así que, aunque algunos papás puedan pensar que el gateo es una etapa que se puede saltar si el bebé empieza a caminar temprano, lo cierto es que el gateo tiene beneficios únicos que no se deben ignorar.
¿Cómo estimular el gateo de forma efectiva?
Cuando mi bebé estaba en la etapa de empezar a moverse, nos dimos cuenta de que su entorno jugaba un papel clave. Lo primero que hicimos fue crear un espacio seguro para que pudiera explorar sin restricciones, lo que le permitió ganar confianza en sus movimientos. Dejar al bebé boca abajo con frecuencia fue esencial, ya que esta posición fortalece los músculos de su cuello, brazos y espalda, preparándolo para levantar su cuerpo y moverse.
La Dra. Janet Aguilar, de la Facultad de Medicina de la UNAM, recomienda animar a los bebés a moverse con juguetes. No se trata de presionarlo, sino de hacer que el gateo sea algo divertido. Colocar un juguete favorito a una distancia que motivara a nuestro pequeño a moverse fue una estrategia muy útil en nuestro caso. Pero más allá de los juguetes, nuestra presencia como padres fue también un gran estímulo. Simplemente estar cerca, llamarlo y animarlo a venir hacia nosotros le dio la confianza que necesitaba para dar esos primeros pasos… o en este caso, esos primeros “gateos”.
Beneficios del gateo para el desarrollo.
El gateo no solo fortalece los músculos, sino que también tiene múltiples beneficios en otras áreas del desarrollo. Uno de los aspectos más sorprendentes fue cómo este simple movimiento contribuyó a la coordinación entre sus ojos y sus manos. Mientras gatean, los bebés tienen que mirar hacia dónde quieren ir y luego mover su cuerpo en consecuencia. Esta coordinación entre la vista y el movimiento ayuda a desarrollar habilidades motoras finas que son fundamentales para tareas futuras, como escribir o dibujar.
Además, el gateo fomenta el equilibrio y la orientación espacial. A medida que el bebé se mueve por el espacio, aprende a calcular distancias y a manejar obstáculos, lo que a largo plazo mejora su capacidad para resolver problemas. Un día, mientras veía a mi bebé gatear hacia un juguete que estaba detrás de un cojín, me di cuenta de cómo intentaba resolver la situación. Levantaba la cabeza, miraba, y luego se movía alrededor del cojín hasta llegar al juguete. Estos pequeños momentos son los que demuestran cómo el gateo ayuda al bebé a entender el mundo que lo rodea.
¿Cómo puedes apoyar a tu bebé en este proceso?
Como papás, tenemos un papel clave en este proceso. En mi caso, aprendí que no se trata solo de “esperar a que el bebé gatee”, sino de crear un ambiente que fomente este desarrollo. Además de ofrecer un espacio seguro y motivar con juegos, estar presente y celebrar cada intento de movimiento también fue fundamental. Al principio, puede parecer que el bebé se frustra al intentar gatear, pero lo importante es darle el tiempo que necesita para aprender.
Durante este proceso, también es útil evitar el uso excesivo de andadores o dispositivos que restrinjan su movimiento. Estos pueden retrasar el desarrollo del gateo al limitar su oportunidad de practicar el movimiento independiente. En casa, evitamos cualquier dispositivo que lo mantuviera en una sola posición durante largos periodos. Esto permitió que nuestro bebé explorara libremente el suelo y, eventualmente, empezara a gatear.
¿Cuándo es necesario consultar a un especialista?
Si bien cada bebé tiene su propio ritmo de desarrollo, hay situaciones en las que puede ser útil consultar con un fisioterapeuta pediátrico. En nuestro caso, tuvimos la fortuna de que nuestro pequeño comenzó a gatear sin mayores complicaciones, pero conocimos a otros papás cuyos bebés necesitaron un poco de ayuda adicional para comenzar. Si notas que tu bebé tiene dificultades para moverse, no parece interesado en gatear, o tiene una falta evidente de coordinación, un fisioterapeuta puede evaluar su desarrollo motor y sugerir actividades específicas para estimularlo.
En mi experiencia, estar atentos a las señales y confiar en los instintos es clave. Algunos bebés simplemente toman más tiempo en gatear, y eso está bien. Lo importante es ofrecerle el apoyo necesario para que desarrolle esta habilidad a su propio ritmo, sin compararlo con otros niños.
Disfruta cada etapa con tu bebé.
El gateo es una etapa emocionante que marca el comienzo de la independencia de tu bebé. A través de esta habilidad, tu pequeño no solo aprenderá a moverse por el mundo, sino que también desarrollará habilidades cognitivas y motoras esenciales. Como papás, nuestro papel es estar presentes, animar y ofrecer el entorno adecuado para que esta etapa suceda de manera natural.
Si estás esperando que tu bebé comience a gatear, ten paciencia y disfruta del proceso. Cada pequeño intento es un gran paso en su desarrollo, y, como yo lo viví, no hay mayor satisfacción que verlo explorar el mundo por primera vez a su propio ritmo.
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