Todos los padres pasamos por ese momento en que nuestros pequeños comienzan a toser, moquear y tener fiebre, y de inmediato pensamos en lo peor. Sin embargo, en la mayoría de los casos, solo se trata de un simple resfriado. La primera vez que mi hijo mostró esos síntomas me preocupé, pero con el tiempo aprendí a manejar estas situaciones de manera calmada y efectiva. A continuación, quiero compartir contigo lo que he aprendido sobre los resfriados en los niños, desde las causas hasta consejos para cuidarlos en casa.
Causas comunes de los resfriados en los niños.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se producen unos mil millones de casos de gripe estacional; de estos, solo entre tres y cinco millones son graves. Los resfriados son causados principalmente por virus, siendo el rinovirus el más común. Estos virus se transmiten de persona a persona mediante el contacto directo, como cuando los niños se tocan la cara después de tocar algo contaminado. También pueden propagarse por el aire cuando alguien infectado tose o estornuda cerca. No podemos evitar que nuestros hijos entren en contacto con estos virus. Sobre todo, cuando asisten a la guardería o a la escuela, donde el riesgo de exposición es mayor.
En mi caso, mi hijo comenzó a resfriarse más seguido una vez que empezó a interactuar con otros niños en la guardería. Los pequeños aún están desarrollando su sistema inmunológico, por lo que son más susceptibles a contraer resfriados. Además, los cambios de estación, especialmente la llegada del invierno, también pueden aumentar la probabilidad de que los niños se resfríen. El aire frío y seco puede resecar las vías respiratorias, haciéndolas más vulnerables a las infecciones.
Síntomas habituales del resfriado en los niños.
Reconocer un resfriado en tu hijo es relativamente sencillo, ya que los síntomas suelen ser bastante comunes y fáciles de identificar. Lo primero que notarás es una secreción nasal, que al principio es transparente y con el tiempo puede volverse más espesa y amarillenta. Este síntoma, en particular, me preocupaba bastante al principio, ya que no sabía si se trataba solo de un resfriado o algo más grave. Sin embargo, aprendí que es normal que la mucosidad cambie de color a medida que el resfriado avanza.
Otro síntoma común es la tos, que puede ser persistente y molesta, especialmente durante la noche. Mi hijo, por ejemplo, solía despertarse varias veces en la madrugada debido a la tos, lo que hacía que ambos durmiéramos mal. La fiebre leve es otro indicativo de que tu pequeño puede estar resfriado. Generalmente, la fiebre no suele ser alta, pero puede hacer que el niño se sienta decaído y con menos energía. También es común que se quejen de dolor de garganta, lo que a veces puede dificultar que coman o beban como de costumbre.
En algunos casos, los niños pueden experimentar dolores de cabeza o corporales leves, y es posible que se sientan más irritables de lo normal. Es importante observar a tu hijo y prestar atención a cualquier cambio en su comportamiento o estado de ánimo. Todos estos síntomas y cambios pueden ayudarnos a identificar si es algo grave o pasajero.
Consejos para manejar el resfriado en casa.
Una vez que te das cuenta de que tu hijo tiene un resfriado, es natural preguntarse qué se puede hacer para que se sienta mejor. Lo primero que aprendí es que los resfriados no tienen cura, ya que son causados por virus, por lo que los antibióticos no son efectivos. En su lugar, debemos enfocarnos en aliviar los síntomas y ayudar a nuestros pequeños a recuperarse de la mejor manera posible.
La importancia del alivio físico.
Hidratación: Mantén a tu hijo bien hidratado. Cuando mi hijo está resfriado, me aseguro de que beba suficiente agua, jugos naturales o caldos. Estos líquidos no solo lo mantienen hidratado, sino que también ayudan a aflojar la mucosidad, facilitando su expulsión. Evita las bebidas azucaradas o con cafeína, ya que no son adecuadas para los niños enfermos.
Descanso: El descanso es esencial para la recuperación. Recuerdo que mi hijo solía estar más cansado de lo normal cuando estaba resfriado, así que permitía que descansara más de lo habitual. Asegúrate de que duerma lo suficiente y, si es posible, deja que duerma un poco más durante el día si lo necesita. Crear un ambiente tranquilo y cómodo en su habitación puede ayudarlo a dormir mejor.
Aliviar la congestión: Para aliviar la congestión nasal, puedes usar un humidificador en la habitación de tu hijo, especialmente durante la noche. Esto mantiene el aire húmedo y ayuda a reducir la sequedad en las vías respiratorias. También puedes probar con suero fisiológico en forma de gotas nasales para aflojar la mucosidad. Esto es especialmente útil en bebés y niños pequeños que aún no pueden sonarse la nariz por sí mismos. Yo he utilizado este método con mi hijo y, aunque al principio le resultaba incómodo, pronto se acostumbró y mejoró su respiración.
Alivio de la fiebre y el malestar: Si tu hijo tiene fiebre o se siente incómodo, puedes darle un analgésico como el paracetamol o el ibuprofeno, siempre siguiendo las indicaciones del pediatra. La primera vez que mi hijo tuvo fiebre, no estaba seguro de qué darle, así que consulté con su médico sobre la medicación necesaria. Es importante no darle aspirina, ya que está asociada con una condición grave llamada síndrome de Reye en los niños.
La importancia del cuidado emocional.
Por último, no subestimes el poder de los mimos y la atención. Cuando mi hijo está resfriado, trato de estar más presente y darle el cariño que necesita. A veces, lo único que necesitan es sentir que estás ahí para ellos. Leerle un cuento, ver su película favorita juntos, o simplemente acurrucarse en el sofá puede hacer que se sienta más tranquilo y seguro.
Cuándo consultar al médico.
Aunque la mayoría de los resfriados no requieren atención médica, hay situaciones en las que es importante buscar ayuda profesional. Por ejemplo, si tu hijo tiene fiebre alta que no baja con el tratamiento adecuado. O si la fiebre dura más de tres días, o si muestra signos de dificultad para respirar, es fundamental que consultes a su pediatra. También debes estar atento a síntomas más graves como dolor de oído, dolor en el pecho, o si tu hijo se ve más decaído de lo que estaría con un simple resfriado.
En mi experiencia, siempre es mejor pecar de precavido. Una ocasión en la que la fiebre de mi hijo no bajaba naturalmente y no lo dudé; lo llevé al médico. Resultó ser una infección secundaria, pero por fortuna la detectamos a tiempo gracias a la consulta.
En conclusión, los resfriados en los niños son una parte inevitable de la crianza, especialmente en los primeros años de vida. Aunque pueden ser molestos y causar preocupación, lo importante es mantener la calma y saber cómo manejar la situación en casa. Con el tiempo, aprenderás a reconocer los síntomas, a cuidar de tu hijo con confianza, y a saber cuándo es necesario buscar ayuda médica.
Recuerda, lo más importante es que tu hijo se sienta amado y cuidado durante estos momentos de malestar. Como padres, nuestra tranquilidad y dedicación son clave para que ellos se recuperen lo más pronto posible.
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