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Posiblemente has experimentado que tu pequeño se despierte en medio de la noche, llorando y asustado. Estarás de acuerdo conmigo en que es uno de los momentos más desconcertantes de la paternidad. A mí me pasó cuando mi primer hijo tenía apenas tres años. Me despertó con un grito agudo y, al entrar en su habitación, lo encontré temblando y con los ojos muy abiertos. No pudo decirme había asustado tanto. Esa fue la primera vez que me enfrenté a este desafío y, desde entonces, aprendí sobre cómo manejar sus pesadillas y terrores nocturnos. Aquí te comparto lo que he aprendido, esperando que te ayude a ti y a tu hijo a tener noches más tranquilas.

Bebé llorando en su cuna después de experimentar pesadillas y terrores nocturnos
La diferencia entre pesadillas y terrores nocturnos radica en la conciencia que el pequeño tiene de la experiencia que está viviendo.

Diferencias entre pesadillas y terrores nocturnos.

Primero, es importante entender que las pesadillas y los terrores nocturnos, aunque pueden parecer similares, son experiencias muy diferentes. Las pesadillas son sueños aterradores que ocurren durante el sueño REM, esa fase del sueño en la que el cerebro está más activo. Generalmente, es cuando soñamos. Cuando un niño tiene una pesadilla, suele despertar asustado y muchas veces puede recordar el sueño vívidamente. Es normal que se despierte llorando, pidiendo consuelo, y necesite un tiempo para volver a dormirse.

En cambio, los terrores nocturnos son un poco más complicados. Estos ocurren durante la fase de sueño no REM, específicamente en las primeras horas de la noche, cuando el niño está en un sueño profundo. A diferencia de las pesadillas, un niño con terrores nocturnos no está realmente despierto, aunque sus ojos puedan estar abiertos y pueda parecer que está en pánico. Mi hijo, por ejemplo, en una ocasión gritaba y agitaba los brazos, pero no respondía cuando intentaba calmarlo. Al día siguiente, no recordaba nada de lo sucedido.

Cómo manejar las pesadillas.

Lidiar con una pesadilla es relativamente sencillo, pero requiere paciencia y empatía. Recuerdo que solía quedarme junto a la cama de mi hijo hasta que se calmara, diciéndole que estaba a salvo y que solo había sido un mal sueño. A veces le contaba una historia bonita o le daba su peluche favorito para que se sintiera más seguro. Con el tiempo, él aprendió a pedir ayuda cuando tenía una pesadilla, en lugar de quedarse asustado en silencio.

Crear un ambiente de sueño tranquilo y seguro también es fundamental. Nos aseguramos de que la habitación de nuestro hijo fuera un lugar acogedor, con una luz tenue si lo necesitaba y con objetos que le transmitieran seguridad. Evitábamos programas de televisión o historias que pudieran darle miedo antes de dormir, ya que descubrimos que eso a veces desencadenaba pesadillas.

Otro aspecto clave fue establecer una rutina para la hora de dormir. Seguir el mismo patrón todas las noches, como un baño caliente, una historia y luego apagar las luces, ayudó a que mi hijo se sintiera más preparado para dormir y menos propenso a tener sueños perturbadores.

Cómo lidiar con los terrores nocturnos.

Los terrores nocturnos son, sin duda, más difíciles de manejar. Cuando nos enfrentamos a los primeros episodios, nos preocupaba mucho ver a nuestro hijo tan angustiado, pero aprendimos que intentar despertarlo durante un terror nocturno solo lo hacía más confuso y agitado. Lo mejor que puedes hacer es asegurarte de que tu hijo esté seguro, moviendo cualquier objeto que pudiera lastimarlo y esperando a que el episodio pase. Esto puede tomar algunos minutos, pero eventualmente volverá a un sueño más tranquilo.

Una vez que entendimos que los terrores nocturnos no son algo que el niño pueda controlar ni recordar, nuestra preocupación disminuyó un poco. Consultamos a nuestro pediatra, quien nos tranquilizó diciendo que son bastante comunes y que la mayoría de los niños los superan con el tiempo.

Sin embargo, también es importante observar si hay factores que estén contribuyendo a estos episodios. En nuestro caso, nos dimos cuenta de que los terrores nocturnos eran más frecuentes cuando nuestro hijo estaba excesivamente cansado o cuando había tenido un día particularmente estresante. Así que nos enfocamos en mantener una rutina de sueño regular y en asegurar que tuviera suficiente tiempo de descanso durante el día.

Padre consolando a su bebé con un peluche después de sufrir pesadillas y terrores nocturnos
Crear un ambiente de sueño tranquilo y seguro es fundamental para evitar las pesadillas y terrores nocturnos.

Cuándo buscar ayuda médica.

Aunque las pesadillas y los terrores nocturnos suelen ser una fase temporal y no algo que deba preocupar en exceso, es importante estar atento si estos episodios se vuelven muy frecuentes o intensos. Si notas que tu hijo tiene pesadillas casi todas las noches o que los terrores nocturnos lo afectan varias veces en una misma noche, puede ser momento de hablar con un especialista.

Nosotros decidimos consultar a nuestro pediatra cuando los terrores nocturnos de nuestro hijo comenzaron a afectar su bienestar diario. Aunque no hubo una solución mágica, nos recomendó algunas técnicas de relajación antes de dormir y nos aseguró que, con el tiempo, estos episodios disminuirían.

En algunos casos, las pesadillas frecuentes pueden ser un reflejo de algún tipo de estrés o ansiedad que el niño está experimentando durante el día. Es fundamental hablar con tu hijo y tratar de entender si algo lo está molestando o si hay algún cambio en su vida que esté causando preocupación.

No te preocupes, las pesadillas y terrores nocturnos tienen solución.

Navegar por los desafíos de las pesadillas y los terrores nocturnos puede ser agotador y emocionalmente intenso para cualquier papá primerizo, pero es importante recordar que no estás solo. Estos problemas de sueño son bastante comunes en niños pequeños y, aunque pueden ser angustiantes, generalmente son temporales.

La clave está en brindar consuelo, mantener un ambiente de sueño seguro y establecer una rutina tranquila antes de dormir. Con el tiempo, aprenderás a manejar estos episodios de manera más calmada y efectiva, lo que también ayudará a tu hijo a sentirse más seguro y protegido.

Al final, cada niño es único, y lo que funciona para uno puede no ser igual de efectivo para otro. Lo importante es estar presente, ser paciente y, cuando sea necesario, buscar el apoyo de un profesional. La paternidad está llena de momentos de aprendizaje, y cada desafío, incluido el manejo de las pesadillas y los terrores nocturnos, es una oportunidad para crecer junto a tu hijo.

Si quieres conocer más información y contenido relacionado sobre cómo ayudar a tu pequeño a tener un mejor descanso y a adoptar una rutina saludable de sueño, escucha nuestro podcast en Spotify y consulta nuestros artículos.

Te esperamos en nuestra siguiente entrega en Prematuramente Padre.

DISCLAIMER (Renuncia de responsabilidad)

  • Si no se indica lo contrario, los consejos que proporciono en este canal son dirigidos a niños sanos sin enfermedades de base. En caso de duda, aconsejo consultar con tu pediatra o profesional médico de confianza.
  • La información que se comparte se basa en la evidencia científica disponible en el momento de la elaboración de este contenido, pero puede variar en el futuro a medida que aparezcan nuevos estudios o recomendaciones.